Home > Pareja > Amor propio: Recuperando al amor de mi vida
Ya encontraste al amor de tu vida, sólo que no te has dado cuenta. Con amor propio, estoy recuperando al amor de mi vida.
Lo escuchamos todo el tiempo: Amate a ti misma. Escuchamos que amarnos es lo más importante. Pero lo que no escuchamos, o no entendemos, es cómo. El amor propio es tener una relación contigo misma que tiene compasión, amabilidad, paciencia, tolerancia, y curiosidad.
No significa que seas tan amable contigo que nunca te haces responsable por tus errores. “Me amo tanto y soy tan increíble, que no puede ser mi culpa”. El amor propio se trata de darte gracia y perdón cuando, inevitablemente, cometes errores.
No significa ser arrogante, o peor aún, narcisista. Se trata de creer en ti misma y confiar en ti, y tus intenciones. Porque la relación que tengas contigo misma es la única relación para toda la vida. El amor propio es con el amor de ti vida.
Índice
2. ¿Qué te impide encontrar al amor de tu vida?
4. Altas expectativas de ti misma
7. Límites
No puedes compartir un amor sano con otros hasta que tengas un amor sano contigo misma. Puede que sientas amor por otros, y quieras compartirlo con otros, pero te costará trabajo recibir amor sano si no sabes como amarte. El intercambio de amor en una relación sana requiere amor propio fuerte.
No puedes dar amor que viene de un recipiente vacío. Piensa en el esfuerzo que te toma dar amor y afecto, tener apertura emocional, o ser considerada. Si no tienes reservas de amor propio, tu habilidad de dar amor se ve disminuida. Porque el amor propio sana heridas pasadas. Muchas de nosotras hemos pasado por pruebas en la vida que han tenido impacto en la salud mental, en nuestro sentido de nosotras mismas, y nuestro punto de vista.
Comúnmente, los traumas nos dejan sintiendo como si valiéramos menos que antes. Cultivando el sentido de amor propio para que venga de una fuente interna, nos permite superar experiencias negativas del pasado. Una vez que tienes amor propio, puedes establecer metas más sanas, y más auténticas.
¿Cuántas veces has establecido una meta que viene de la negatividad? Hacer ejercicio porque odias como te ves, o cambiar de trabajos porque te sientes incapaz, o sentir que eres la peor en una actividad que te apasiona.
Cuando te amas, ya no buscas “arreglarte” con estándares imposibles, sino que buscas nutrirte. Tienes un conocimiento acertado de tu valor y tus herramientas, y puedes decidir mejor hacia que dirección avanzar. Más importante aún, el amor propio es importante porque mereces el amor que das a otros. Esto no necesita explicación. Tal como eres, mereces amor.
El amor propio involucra el mismo respeto y consideración que tienes con otros, para ti misma. Debería ser simple y directo, la idea de que nos tratamos tan bien como a otros, pero no siempre es así. Ocasionalmente, nos aferramos a la idea de cómo debería verse el amor propio, o al valor que te otorgas. Queremos amor propio, pero nos cuesta encontrarlo. Hay dos principales barreras para amarte a ti misma.
Esta es la voz que siempre te juzga, critica, y se burla de lo que haces. Cuando esta voz interior es ruidosa y poderosa, eres tu peor enemiga. Te pega donde duele: el error cometido en algún punto, y no lo deja ir. Puede ser todo un reto guardar esta crítica, pues se alimenta sola, y tiene un efecto de bola de nieve: con cada error, y cada crítica, la voz se sube de volumen.
Hay una diferencia entre estándares y tener expectativas imposibles. Los estándares pueden ser una herramienta para el amor propio; “no voy a tolerar que me falten al respeto”. Ponerte presión para alcanzar un estándar imposible tiene el efecto opuesto. Cuando tienes expectativas irreales, son imposibles de mantener. Eres humana, y eventualmente cometerás un error. Es aquí donde te sientes fracasada, e inadecuada.
Cuando tus expectativas son muy altas, te pones en una posición en la que, invariablemente, “fallarás”, y empezarás a castigarte por no estar a la altura. Es difícil ser amable contigo cuando sientes que no eres suficiente. Es difícil ser paciente contigo cuando que debiste haber alcanzado la meta. Es difícil permitirte descansar y relajarte cuando piensas que no lo hiciste excelente. Cuando te devalúas así, es difícil mostrarte amabilidad y cariño.
Una vez que te das cuenta que necesitas amarte, puedes empezar a superar los obstáculos para hacerlo. Con las herramientas correctas, no sólo te tratas con amor, sino que empiezas a expresarle ese amor al mundo. Tus pensamientos superan tus acciones, que se vuelven tu comportamiento.
Piensa en lo que te dices cuando estás frustrada, enojada o avergonzada. Ahora, imagina que le dices esas cosas a un ser amado. ¿Se siente bien? Si vieras a un ser querido diciéndose esto, ¿qué harías? Puedes intentar hacer lo siguiente: Primero, imagina que eres una persona que está perdidamente enamorada de ti.
Imagina que nadie, nunca, ha estado tan enamorado de ti como esta persona. Ahora, imagina que esta persona te escribe la carta de amor más romántica del mundo. Guarda esa carta, y cuando sientas que estás siendo demasiado ruda contigo misma, saca esa carta y léela.
Esta es una gran herramienta, pues funciona en varios niveles: Primero, detiene los pensamientos negativos que estás teniendo. Pausaste la narrativa con éxito. Segundo, estás palabras que estás leyendo vienen directo del amor de tu vida. Estas palabras de amor y admiración son tus palabras, hacia ti misma.
Los actos de cuidado personal informan tu estado mental, de la misma manera que las acciones llevan a hábitos. El cuidado personal no quiere decir un día de spa, o ser egoísta. El cuidado personal es una acción tomada con la intención de satisfacer tus necesidades, sean físicas o emocionales.
No es una práctica egoísta, pues saca la mejor versión de ti. Aunque es verdad que, para muchas, un día de spa es un acto de cuidado personal, hay muchos más. Haz una lista de las cosas por la que te sientes agradecida. Toma un baño, enciende velas, y pon tu música favorita. Las posibilidades son infinitas, y todas son correctas, siempre y cuando sirvan para ti.
Los límites empiezan con identificarlos, y ponerlos en práctica. El proceso de identificación afirma el valor de tenerlos; es a través del conocimiento de lo que vales que puedes nutrir el apoyo que mereces darte a ti misma. Tomarte el tiempo de apegarte a tus límites es un cuidado personal continuo.
Cuando pones límites, defines tu valor y aclaras tus metas; sabes lo que es importante, y te conoces lo suficiente como para ser realista con tu propósito. Cuando expresas tus límites, el resultado es rodearte de personas que te respetan. Un límite es una especie de barrera protectora. Protegerte, de maneras sanas, a través de los límites, es una demostración de amor propio.
Lo Más Nuevo