Home > Tips > Herida de abandono: que es y como sanarla
Existe la posibilidad de que vivas con una herida de abandono. ¿Qué es, y cómo sanarla? Todo lo que necesitas está aquí mismo.
Como todos sabemos, el ser humano es motivado por un fuerte deseo de conectar y compartir experiencias en común con otros seres humanos. Este sentido de pertenencia es lo que ayuda a los individuos a reconocerse; su propio valor, quien es, y lo que tiene para ofrecer. Mientras crece, un niño se observa a través de los ojos de sus padres, ayudándolo a definir su valor, quien es, y lo que tiene para ofrecer. En el caso particular de la herida del abandono, el padre involucrado es en el que el infante busca modelarse, que suele ser del mismo género.
La herida del rechazo toca una necesidad básica; se amados por quienes somos y lo que tenemos para ofrecer. En ese sentido, es responsable por el mayor reto emocional: amarse y aceptarse incondicionalmente. De todas las otras heridas que surgen durante la infancia temprana, el rechazo suele ser la más persistente y la que más daño puede llegar a hacer. Reduce el sentido de valor, autoestima, y tiene un fuerte peso en la forma en que nos conectamos con otros.
Índice
1. Desinterés por otros y autoimagen
5. La importancia de abrazar tus emociones
A un nivel emocional, la herida del rechazo suele suceder cuando un niño siente que está generando desinterés e indiferencia, que puede ser real o percibida. Miradas vacías e indiferentes, palabras insensibles, suspiros de desesperación, padres ocupados, el sentimiento de ser demasiado diferente, etc. A veces, no se necesita mucho para crear este sentimiento de rechazo en el niño, lo que lo puede intensificar con la recurrencia.
El rechazo también puede venir de sentirse amado por razones diferentes a quienes son realmente. Esto da la impresión de que quienes son no tiene mucho valor. Además, puede crear dudas en la mente respecto a ser amado de verdad, o la capacidad de recibir amor. Por ejemplo, un niño usado por uno de los padres para causar dolor al otro padre durante una separación.
Al final, ya sea que el niño sepa por qué lo rechazan o no, termina sintiendo que no vale nada, y que nadie se interesa por él. Con el tiempo, este sentimiento se transforma en auto desprecio, lo que lo hace sentir vacío. Este vacío corre el riesgo de transformarse en una incansable búsqueda por amor y pertenencia, así como una importante fuente de ansiedad.
El efecto de acumulación de sentirse sin valor se vuelve el filtro a través del cual el niño interpretará la mayoría de sus relaciones, haciendo que la mayoría de sus interacciones negativas se sientan como un rechazo, lo que induce la ansiedad. Además, cuando el miedo al rechazo se aproxima, el niño puede entrar en modo “pánico”.
La percepción del rechazo, que suele ser exagerada, puede llegar a causar que el niño se rechace a si mismo. Esta es una actitud que apunta a proteger al niño, emocionalmente, lo que también denota una forma de vergüenza y autodesprecio.
El miedo al rechazo lleva a que un niño se haga pequeño, y pase desapercibido. Esto lo lleva a alejarse aún más de la sociedad, dejándolo con un sentimiento de soledad, incluso en la presencia de otros. También levanta muros de protección a su alrededor, que se pueden volver su fortaleza de la soledad, que tiene muchos efectos en su desarrollo social. Esta soledad genera una tendencia a alejarse de otros para evitar sentir que no es interesante, mientras culpa a otros por ese desinterés. Es una forma de proyección y un mecanismo de autosabotaje. Sin darse cuenta, el niño crea las condiciones para su rechazo son creadas por él mismo.
A una temprana edad, las heridas del rechazo, humillación e injusticia pueden ser muy similares; el enlace común entre ellas es el miedo a no ser amado, y una marcada actitud de insatisfacción con uno mismo. Si se relaciona con hacer algo, el niño parece experimentar frustración y buscar la perfección al usar palabras como “tengo que, debería”. Es importante identificar las actitudes presentes que puedan llegar a reflejar una herida de abandono en el presente, y la posibilidad de analizar el pasado personal.
Se suele decir que el mejor antídoto a cualquier dificultad emocional es permitirte experimentar esa emoción, vivirla como es. Abrazar tus emociones significa sentirlas, entenderlas, verbalizarlas y procesarlas. Esto es porque, lo que hace que esas emociones sean una carga tan pesada suele ser el hecho de que son emociones que se quedan sin ser expresadas.
Esto crea un efecto acumulativo, que impacta tu percepción de la realidad, y en consecuencia, tus creencias y comportamientos. ¿Cómo permitimos abrazar las emociones? Al permitirte ser vulnerable, imperfecta, humana. La idea es que no haya un juicio, un rechazo, o un castigo por expresar las emociones. La idea es tener comodidad con esas emociones.
Entre más pasa el tiempo y envejecemos, los mecanismos de protección emocional y mental se vuelven más fuertes. Cumplen su función de protegernos del trauma original. Cuando estamos teniendo reacciones emocionales intensas, la mente intenta limitar los daños. Primero, al intentar hacer que olvidemos el dolor que hemos sentido, y después, al programar comportamientos y creencias para evitar que esto vuelva a suceder.
Desafortunadamente, esto también evita la integración del trauma experimentado. Es entonces cuando esta emoción se guarda dentro de nosotros, hasta que pueda ser sentida de nuevo, entendida, y liberada. Esta liberación trae un nuevo entendimiento que puede volver obsoletas las creencias y comportamientos protectores que están erigidos hasta el día de hoy.
Claro, este acercamiento para contra intuitivo, y no puedes reprogramar tu cerebro de la noche a la mañana. Esto sólo sucede en etapas sucesivas, y con el trabajo adecuado. Todo va a depender de lo que cada persona está lista para soltar, entender e integrar.
Por lo tanto, experimentar tus emociones requiere preparación, para poder desarrollar la capacidad de observarte en ese momento. La meditación es muy buena para eso. También es necesaria una actitud de no resistencia, para permitir que la emoción salga a la luz. Mientras menos te resistas, más rápido saldrá a la luz.
La clave para cualquier proceso de sanación es reconectar contigo misma. Esto facilita ser más aceptante, y perdonar con mayor facilidad, estando más atenta tus necesidades, y reconociendo tu propio valor. No puedes cambiar el pasado, pero puedes darte a ti misma lo que has esperado de otros. Aprender a cuidar de ti toma tiempo y mucho amor; cosas que puedes aprender a darte a ti misma. Se paciente contigo misma, y si encuentras que todo el proceso es complicado, acude a la ayuda de un profesional.
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