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No siempre estaré ahí para ti

No siempre estaré ahí para ti. Esa mujer incondicional, que te defendió con su familia, que te recogía a las tres de la madrugada en casa de tus amigos, que está dispuesta a llevarte la comida al trabajo; ya pronto no estará para ti.

 

Las salidas con tus amigos, las borracheras de tres días y las llamadas de desconocidas, poco a poco han ido apagando esa llama que me inspiraba a seguirte, a cuidarte y a amarte. Porque ya no siento que lo necesites, ya no siento que desees mi compañía, y si es así, por favor dilo y cada quien por su camino.

 

Las relaciones son como un jardín, deben ser regadas con atenciones, con detalles, con cosas simples. Y no hablo de algo material, sino de un “Buenos días”, un qué tal tu día, o aunque sea recordar que tuve aquella entrevista de trabajo importante y preguntarme cómo me fue.

 

Si así estamos ahora te imaginas cuando “se nos enfríe la cosa”, cuando debamos preocuparnos por llegar a fin de mes, por crecer financieramente, ¿te imaginas? Yo sí, y no me da esperanza. Me preguntarás, a qué te refieres con todo esto, y te responderé, que por muy seguro que creas tener a alguien todos tienen un límite, y yo estoy llegando al mío.

 

Pero en tu cabeza pensarás qué hiciste para que te hable de esta manera, según tú, estábamos bien anoche. Pero piensa un poco, y fíjate en las actitudes que han cambiado. No puedes brindar cierta parte de ti a alguien y de una noche para otra simplemente cambiarlas, no puedes esperar que simplemente siempre esté ahí para ti.

 

La buena noticia es que todo cambio puede revertirse, o mejorarse, para llevarlo a un estado más provechoso. Si te gusta lo que te brindo, no pido mucho, solo que por favor, vuelvas a ser el que fuiste cuando conquistaste mi corazón.